El Inconsciente

Como la mayoría de los sábados, después de surtir los productos YR que vendo me fui a casa de mi mamá a comer. Tan pronto terminé me fui a acostar un rato, pues tenía un fuerte dolor en la parte baja de la espalda y además sentía la falta de sueño porque anoche llegué pasada la medianoche después de recoger mi carro del taller de Christian.
Desperté todavía amodorrado y fui a ver la hora en el reloj. Las 5:27, no puede ser, otra vez me perdí la clase impartida por Kelsang Sangden. Me sentí enojado, confundido. ¿Cómo fue que perdí la conciencia del tiempo?
Vino a mi mente lo que he aprendido en mis sesiones con Bugs Bunny. Ella sostiene que cuando se me hace tarde para ir a algún lugar, es porque, inconscientemente, no tenía interés en ir a ese lugar. Lo recuerdo, me hago cargo, pero me rebelo. He tomado la determinación voluntaria de asistir a estas clases porque busco encontrar paz mental, un mayor conocimiento de mí mismo. Siendo así, ¿cómo es posible que se me haya pasado el tiempo?
El sábado pasado tuve una serie de contratiempos, de manera que tampoco asistí. Pude haberlo hecho, pero estaba tan cansado, tan fastidiado después de andar buscando desesperadamente un banco abierto para hacer el pago de unas refacciones, en camión, en taxi y finalmente en el carro de Héctor, quien me brindó su ayuda. Me di cuenta que se acercaba la hora de la clase, pero decidí no asistir y en su lugar compré unas cuantas cervezas. Necesitaba relajarme, descansar.
Entre semana contacté a Sangden para disculparme. Su comentario me hizo sentir avergonzado: «qué lástima que un auto descompuesto sea un obstáculo para que recibas néctar». No contesté nada. ¿Qué pude haber dicho?
Bueno, lo hecho, hecho está. Ya pasó. Creo que necesito un poco de diversión. He estado sometido a mucho estrés, preocupaciones por el carro, por la incertidumbre económica, por el trabajo.
Hace unas semanas estuve en un bar muy agradable, festejando el cumpleaños de la Nenis, y me divertí como hace mucho no lo hacía, bebiendo unas cervezas y disfrutando el espectáculo de karaoke que daban algunos de los asistentes. Fue muy divertido observar cómo se transformaban en todos unos cantantes, dueños del escenario, gozando unos minutos de fama.
En esa ocasión me di cuenta de cuánto tiempo tenía sin asistir a un lugar de diversión, como lo hace tanta gente, para olvidarse del trabajo, de sus problemas cotidianos. Para convivir. Me di cuenta de lo aburrido que me he vuelto, buscando uno y mil pretextos para no salir a divertirme: que si no hay dinero, que algunos sitios son peligrosos, que me puedo topar con los malditos retenes de la operación anti-alcohólica, que sólo sirven para extorsionar a la gente y sacarle un dineral, pues ya me ha pasado.
Pero hoy será diferente. Ya me puse de acuerdo con el Pollo para que me acompañe un rato a este lugar, para divertirnos un rato, platicar y disfrutar el show de los cantantes famosos. Quizás hasta me anime a cantar yo también, poner en práctica lo que he aprendido. Total, me lo merezco, no todo en la vida es trabajo y sacrificios, también hay que divertirse. Ya mañana me pondré al corriente con la clase, lo bueno es que puedo ir a otro centro de estudio, mucho más lejos, eso sí, pero lo importante es reponer la clase.

Deja un comentario